domingo, 5 de febrero de 2012

Festival de Nîmes

Cuando llegas a Nîmes en tiempos del Festival flamenco, es fácil tener la sensación de que sigues en Andalucía, porque el ambiente flamenco es una referencia constante no sólo en el Teatro donde se celebran las principales actuaciones, sino en los establecimientos comerciales, restaurantes, en las marquesinas, en nombres de calles, pantallas de video, en las históricas paredes de la Maison Carrèe romana con proyecciones nocturnas de fotografías e imágenes estáticas... En todas partes hay referencias constantes al flamenco, al festival, a las imágenes de nuestros artistas. ¿He dicho la misma sensación que en Andalucía? Pues no. Rectifico. Mejor sensación que en Andalucía. Si la Bienal de Sevilla o el Festival de Jerez estuvieran tan profusamente publicitados en sus respectivas ciudades como lo está el Festival en Nîmes, habríamos de considerar que el flamenco es tan querido y mimado aquí como en la ciudad del sudeste francés. En general, en el sur de Francia se quiere muchísimo al flamenco y se le da consideración de acontecimiento cultural de primera categoría.
Nimes nos gana en amor al flamenco
Y el toreo. Porque si la afición por el flamenco es grande y asentada, la pasión por el mundo del toro es formidable. Por algo disfrutan del anfiteatro romano mejor conservado del mundo. Subir a sus gradas y mirar hacia la arena, donde hace 2.500 años se celebraban combates de gladiadores y de fieras; contemplar ese espectáculo de una plaza vacía que permite jugar con la imaginación y sentirte espectador al cabo del tiempo, es una fantasía de la mayor intensidad. En esta plaza han tomado o confirmado la alternativa toreros tan importantes como Pafco Camino y su hijo, El Juli, Jesulín de Ubrique y algunas otras primeras figuras de la torería andaluza. ¡Chapeau por Nîmes! Foto del anfiteatro de Nîmes, con la estatua de Nimeño, en la explanada de las Arenas, en primer término.

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