miércoles, 24 de septiembre de 2014

CARACOL, ANTONIO REYES Y JESUS MENDEZ EN LA BIENAL



"Cantaores" se tituló el espectáculo de Jesús Méndez y Antonio Reyes en el Teatro Lope de Vega y su actuación quedó definida en la plena acepción de la palabra: cantaores. Nada más y nada menos. De los grandes de este momento en el flamenco. Dos pilares que son ya referencia de los cantes de Jerez y de la zona costera de Cádiz,  y que seguirán creciendo y ocupando puestos punteros los próximos quince o veinte años. Esto es una evidencia. Como lo es que Caracol sigue más vivo hoy, incluso, que hace veinte años en la memoria de los aficionados. Caracol corrige al olvido en las gargantas de Antonio Reyes y Jesús Méndez, como pudimos confirmar en las zambras que ambos cantaron, llenas de pasión y de grandeza, con el piano de Sergio Monroy, discípulo de Arturo Pavón. 

Antonio Reyes lleva más tiempo cantando que Jesús, y es ahora, en su plenitud, cuando se encuentra en los cantes como quien pasea por el patio de su casa: desahogado, dominando, acariciando la melodía, masticando los tercios, mu despacito... Así que su cante, más que llegarnos nos impregna, nos cala el espíritu como una lluvia fina. Tiene un eco que se mete en los sentidos para horas y horas.  Lo que destila el chiclanero es miel y canela batidas. Y así, de ese cante test para los artistas que son los tientos, hace una obra mayor ralentizando los tercios, rematándolos como el orfebre enamorado de la joya bien hecha.  Por su garganta desfilaron los aires de Camarón, de Rancapino, de La Perla... ¡Bendita tradición, que está vehiculando hacia el futuro esta joven generación de artistas!

Y Jesús Méndez. ¡Qué progreso tan espectacular el del joven vástago de  la casa jerezana de los Méndez en tan poco tiempo! Jesús es un valor seguro en el cante siempre, una enciclopedia de los cantes, sobre todo los de su tierra. Lo he escuchado estar bien o mejor, pero nunca mal; jamás ha salido a un escenario con desgana o por cumplir. Tiene una personalidad cantaora bien definida y no se parece a nadie. Cada vez va doliendo más su cante; pero esto es un proceso lento para quienes tienen el privilegio de una voz potente y afinada como la suya. No le deseo que pase fatigas, ¡por Dios!, pero dice Rancapino y otros maestros viejos que para doler cantando es necesario haber sufrido. Lo dejo ahí.  Espectacular en su toná, maestro en su soleá por bulerías, hiriente en pasajes de su seguiriya... Cantando por arriba, valiente y sin alivios ni rodeos. Como siempre. Me gustan los flamencos cabales y esta noche hemos escuchado a dos que lo son.


Los dos cantaron tonás, fandangos y zambras. No por competir, supongo, porque son dos voces y dos maneras de ejecutar el cante bien distintas. No pareció un ensayo para actualizar aquello de las parejas enfrentadas, Joselito versus Belmonte, Méndez versus Reyes. Pero la fórmula queda muy bien,  así que hay que felicitar a Carlos Sánchez, que la ideó y la dirige. 

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