Cada vez que se encuentran el flamenco y la música barroca se dicen la una a la otra como fray Luis de León al volver a las aulas, "decíamos ayer...". Ya se han encontrado en bastantes ocasiones, y algunos investigadores aseguran que en su origen bebieron de fuentes muy próximas. Son encuentros fáciles que generan emociones muy del gusto del público, desde que Scarlatti las relacionó cuando vivió en Sevilla. Ese coctel de espiritualidad contenida que caracteriza a la música barroca, mezclado con la pasión expresiva que aporta el flamenco, funciona. Lo reglado y lo imprevisible, lo interior y lo exterior... Sentimientos. Uno de los más recientes encuentros, el del cante de Arcángel con la Accademia del Piaccere, de Fahmi Alqai, fue premio Giraldillo a la mejor música de la Bienal de 2012.
No hay que hablar de fusión, esa palabra que provoca sarpullidos en una parte de los aficionados al flamenco, sino de encuentro. Eso es "Flamenco sacro.
Acertado el programa seleccionado por la Orquesta Barroca (varias piezas de Vivaldi, más Bach, Henry Purcell y Geminiani, siglos XVII y XVIII) y virtuosos instrumentistas; acertado el repertorio de cantes de José (malagueñas, la caña, soleá, segujiriya y toná); acertado el guitarrista, Manolo Franco, un maestro al que habría que hacerle focotopias y repartirlas por el mundo flamenco como ejemplo del buen gusto y mejor quehacer; acertado el marco de la pequeña y sorprendente capilla Sixtina del palacio de San Telmo; y justo el tiempo del concierto, una hora.
El de la Tomasa está en un momento dulce, recuperado, cantando con la maestría que le dan la sangre y los años. Es un gusto escucharle a esa distancia corta, más íntima, del recital sin megafonía con el eco justo y limpio de la iglesia. Sus malagueñas fueron de pura meloja; su caña, un traje sastre; la soleá y la seguiriya, como las que nos tiene acostumbrados cuando canta bien este Torre. Enraizamiento el suyo que te turba el espíritu.
Deliciosa la folia compartida por la guitarra barroca y la flamenca de Manolo Franco. Los arreglos son suyos.. "Suena a guajira, a músicas de ida y vuelta, a aires de América", me comentó Manolo en los ensayos. Claro que sí: a músicas mestizas. Y la maestría del director de la OBS, Andreas Prittwitz, y de los solistas que han participado. El encuentro sigue vivo.
Afortunadamente, volverá a representarse los dos domingos siguientes, aunque sólo podrán disfrutarla quienes hayan tenido la suerte de conseguir una entrada, pues ya están agotadas para las dos funciones restantes. El aforo es de poco más de cien personas.
Un gran acierto de la Bienal este "Flamenco sacro".
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