Rocío
Márquez estrenaba en la Bienal su obra "El niño. Andando por los campos
marcheneros", dedicada a la figura de Pepe Marchena, sobre quien está
preparando su tesis doctoral. Vaya por delante reconocerle el mérito de que nadie
como ella podía reivindicar y revivificar a Pepe Marchena, porque es la
cantaora de facultades vocales más parecidas a las del maestro. Y lo ha hecho
en un momento de verdadera libertad en el mundillo flamenco, rotos los corsés
que imponía aquel mairenismo rampante que condenó a artistas como José Tejada
al extrarradio del cante. Acierto, pues,
en la elección del personaje y buen
sentido de la oportunidad.
Había
levantado mucha expectación este concierto. Todo el billetaje vendido en el Teatro
Central. Muchos aficionados fuimos con la predisposición de escuchar a la
cantaora diferente que sabemos que es. Y nos encontramos con una primera parte
del concierto bien construida argumental y musicalmente y con su encanto
personal, que es mucho. Granaína, fandangos, seguiriyas, taranta, el Romance a
Córdoba declamado al modo de Pepe Marchena... Y terminó la primera parte, con
el toque de un Pepe Habichuela que mejora con su acompañamiento a cualquiera que cante, y
así lo hizo con la onubense.
La cantaora
ya advirtió que la segunda parte sería más transgresora. ¡Y tanto! Fue
irreconocible con respeto a la primera. Tuvimos la sensación de que se había
transformado y nos metía de matute uno de esos montajes extraños, de flamenco
tangencial, tan del gusto de Pedro G.
Romero, artífice también del fiasco de la gala inaugural sobre Morente. ¿Fue
libre elección de Rocio esa sucesión de tenebrosidades extraflamencas de la
segunda parte o fue imposición de este director? Precisarlo no quitaría
responsabilidad a la artista onubense, pero atenuaría su error.
Dicho esto, hay que recordar que Rocío abrazó el flamenco pudiendo haber hecho carrera en cualquier otra música con las capacidades que tiene. Que es estudiosa y una enorme aficionada; una mujer lúcida y bien preparada, con 28 años y todo el derecho del mundo a experimentar, a buscar su camino, incluso a equivocarse.
Rocío
Márquez tiene que saber cuál es su
público, tiene que definir dónde está y lo que le ofrece. Lo de esta noche ha
sido un borrón, por más que le reconozcamos que es una excelente artista y que
esperamos de ella grandes cosas.
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