Había que ir predispuesto para escuchar una actuación que será
la grabación de un disco en directo, lo que requiere unos ajustes y unos
condicionamientos para que el producto que se plasme en el CD quede ajustado a
lo que demanda el comprador, es decir, perfección aparente. Los discos suelen
ser fríos, elaborados en el estudio y técnicamente impecables. Por eso, como espectador
ya establecí una complicidad ambiental
previa con José Valencia. Me senté en la butaca del Teatro Lope de Vega
predispuesto a escuchar su flamenco contenido, ensayado en cada detalle,
perfecto... Y eso fue lo que nos dio.
Así que disfruté de su cante sin esperar arrebatos ni
clímax: sólo predispuesto a la obra bien hecha. ¡Y a fé que la hizo José
Valencia! Una obra construida con su talento habitual, que es mucho; con su
saber, que es otro tanto, y con su voz
cuidada para dejar un testimonio para la posteridad. Así trabajan los
profesionales.
José Valencia se encuentra
en la cúspide de su carrera, habiendo
alcanzado la madurez sobre la base fecunda de la estética cantaora de Lebrija.
Sabe tanto de cantes que se pasea por ellos desinhibido y dominador. Tiene un
voz poderosa y cálida, que lo mismo la proyecta como un torrente que la recoge y se hace llanto interior. Y esa
capacidad para pasar del granito a la miel, de la fusta al beso en un tercio,
es muy gratificante para el oyente, pero
anímicamente complicada de conseguir, sólo al alcance de quienes sienten en
grande la pulsión flamenca.
Valencia tiene tesitura y virtudes de tenor, aunque la
disciplina de la ópera nada tenga que ver con el ejercicio del flamenco ni siquiera le venga bien. Con esas
facultades y su caja de resonancia, el riesgo lo tiene en incurrir en excesos y
en interpretaciones manieristas. No sería el primero. Pero él cantó hacia afuera, regalándonos
nuevas maneras de hacer algunos cantes desde un escrupuloso respeto a su
estructura básica. La suya fue anoche una fuerza bien encauzada. Tiene una
personalidad muy definida hasta cuando se cita con artistas recientes. (¡Cómo
recuerda esa voz sobrecogedora a Juan Peña El Lebrijano!)
Algunas experiencias de los últimos años, como representar
obras dramáticas en los teatros y cantar para el baile, le han venido muy bien.
José Valencia dispone de casi todo: orígenes,
cultura y vivencias flamencas, conocimientos, voz, compás, personalidad, dominio de la
escena, la edad justa... Él tiene que agradecer a la madre Naturaleza que le haya dotado de todo lo que
posee, y nosotros, como aficionados y amantes de este arte, que sea continuador
del flamenco tradicional de los viejos maestros y de la estética cantaora lebrijana, ésa que el
poderoso clan de los Peña y otros artistas de este pueblo han mantenido siempre
en lo más alto de la dignidad y el bien hacer.
El Giraldillo del cante de la Bienal de 2012 vuela ya muy
alto y el disco dará fe de que estamos ante uno de los grandes cantaores de
este tiempo ¿Que va a necesitar? Lo que
todos: que lo queramos mucho, porque el afecto es el mejor lubricante terrenal
para evitar endiosamientos. José Valencia tiene una cabeza muy bien
amueblada y sabe que es humano..., aunque no le faltarán cantos de sirena que traten
de desorientarlo.
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