jueves, 7 de enero de 2016

El Festival de Nîmes abre la temporada mundial de flamenco

Con licencia y complicidad se podría decir que el primer gran festival flamenco de Andalucía se celebra cada mes de enero en Nîmes. Cabe decirlo así porque, en los territorios artísticos  del flamenco y los toros, la capital francesa del departamento de Gard es como una más de las ciudades andaluzas. El Festival de Nîmes se ha convertido con el transcurso de los años en un referente de solvencia y primer nivel,  en una cita que buscan los aficionados al flamenco provenientes no sólo de Francia, sino también desde otros muchos puntos de Europa. 


En Nîmes, pues, comienza la temporada flamenca de cada año desde hace veintiséis. En 1990, fruto de la complicidad entre un gran aficionado andaluz  de Jaén residente allí, Pepe Linares, y la afición existente en la ciudad, se organizó un concurso de guitarra que al año siguiente se convirtió ya en Festival de arte flamenco con representación de cante, toque y baile. Desde entonces, la figura cordial y acogedora de Pepe Linares, verdadero alma del festival, concita el afecto y el respeto de todos; es un referente.  A su figura  la  complementa la experta e inestimable gestión de Patrick Bellito, acogedor, amigo de todos, seductor y enamorado del flamenco al que dedica sus mejores esfuerzos seleccionando espectáculos y artistas que sean del gusto tanto de los iniciados como del gran público. Y  todo un equipo dirigido por François Noël que ha ido cimentando, a base de programaciones variadas y de gran calidad, un festival modélico. Modélico por su organización y su carteles, por el aprecio y el respeto con que son acogidos los artistas, por la asistencia masiva de público y por la variedad de actividades que en cada edición se  desarrollan en torno a los espectáculos (exposiciones, conferencias, proyecciones, mesas redondas,  etc.). Y entre todas ellas, una actividad preciosa que hay que valorar como de siembra,  de inversión en los futuros aficionados: los talleres de iniciación que se desarrollan durante el festival en varios colegios e institutos de la ciudad para que los niños se familiaricen con el arte flamenco. 

            

                                         

Todo en la ciudad nimeña parece transpirar flamenco durante las dos semanas que dura el festival; la presencia de sus reclamos  en las calles es constante. De tal manera que el visitante andaluz goza de una acogida ambiental en la que le es fácil tener sensaciones de cercanía y complicidad. (Si no fuera por el frío habitual de estas fechas, pocas cosas recuerdan al visitante andaluz que está en el extranjero).

Paseando por las calles de su casco antiguo, camino del teatro Bernadette Lafont o del Odeon, si uno se deja atraer por los ecos flamencos que salen del café cantante,  encontrará un ambiente como los que sólo pueden recordar ya los aficionados más viejos en nuestra tierra. Se tiene la impresión de haber retrocedido en el tiempo hasta sumirse en la sociología flamenca de mediados del siglo pasado hacia atrás. A los cafés y bares donde hay flamenco  se accede con dificultad, porque suelen estar llenos;  en el interior nos reciben imágenes, nombres, símbolos y referencias de nuestra cultura popular. Así es que Nîmes es, en la  práctica, tanto o más flamenca que la mayor parte de nuestras ciudades, donde no es fácil encontrar cante fuera de los teatros y las peñas.

    

Y al salir a la calle, prosiguiendo el camino, un cartel en la pared de enfrente nos recuerda que estamos en territorio taurino. La rue des Patins se llama, desde 1990, calle Chamaco.

La tauromaquia tiene en Nîmes una presencia extraordinaria. En su coso del Coliseo romano, el formidable anfiteatro que se ha mantenido superando los avatares del tiempo,  toreó José Tomás después de un silencio de años, y me dijo Patrick Bellito que ese día la gente, como sucede en ocasiones extraordinarias,  salió a la calle dando pases, toreando de salón. En esta plaza han tomado la alternativa primeras figuras del toreo español. El Juli comenzó en ella su andadura como torero. Es plaza del gusto de Ponce... Aquí venía Picasso a ver corridas de toros. El diestro Nimeño, en bronce, despliega su capa en la explanada de las Arennes.


Estas arenas han sido testigo de tantos acontecimientos, a lo largo de la historia y desde que Nîmes era una importante ciudad romana,  que sobrecoge el ánimo sentarse en sus gradas e imaginar el murmullo de la gente, los gladiadores y las fieras en una cualquiera de aquellas  celebraciones. Una visita guiada con audioguía en español, a la plaza o al museo de los luchadores romanos, da una aproximación impactante a aquel tiempo.


Los andaluces compartimos con Nîmes el pasado y la vocación romana. Una muestra magníficamente conservada es la Maison Carreè, donde es habitual proyectar exposiciones de fotografías y pinturas de contenido flamenco que durante las horas nocturnas ofrecen a los viandantes colecciones de arte iluminado francamente espectaculares.

    

La presencia de la cultura del toro está por doquier.  Desde el Espacio Pablo Romero a los reclamos de la cartelería de comercios y mobiliario urbano. Y lo mismo ocurre con el flamenco, que está presente también en tiendas de moda, instituto de belleza con nombre andaluz y otros establecimientos y academias.





Por el Festival de Nîmes han pasado, durante este ya largo cuarto de siglo, las primeras figuras del cante, el toque y el baile. Juan Peña El Lebrijano, Arcángel, Argentina, Marina Heredia, José de la Tomasa, Carmen Linares, Rocío Márquez, El Cabrero..; los bailaores Israel Galván, Eva la Yerbabuena, Rocio Molina, Andrés Marín..; guitarristas como Gerardo Núñez, Tomatito, Vicente Amigo, Manolo Franco, Paco Jarana ..; y los desaparecidos Camarón (su penúltima actuación ante el público fue en Nîmes), el guitarrista Moraito, Agujetas, Enrique Morente... Una nómina de lo más relevante.

Este año, el Festival se celebrará del 15 al 23 de este mes de enero. En sus carteles figuran el Ballet andaluz, la Casa de Los Sordera. Miguel de Tena, Andrés Marín, David Lagos, Cañizares, Patricia Guerrero, Pepe Fernández, José Angel Carmona y Miguel Poveda.  

Nîmes volverá a ser catedral del flamenco,  un mérito ganado con los años y el buen hacer.  Es un modelo de festival del que tendrían que aprender algunos de los que se celebran en nuestra tierra.



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