viernes, 26 de febrero de 2016

RECORDANDO A CANELA DE SAN ROQUE, GUIA DEL MISTERIO...

 
... porque se metía en las cuevas más insondables del cante, a buscar sus misterios y a sacarlos a la superficie de nuestras emociones cargados de toda su intensidad. Y en ese viaje, contagiados de su magia, abría para el aficionado el cofre de sus excelencias. 

Todos los riesgos  que contienen -un poner-  los pasadizos oscuros de la seguiriya los superaba con la entrega del creyente, y nos hacía comprender por qué emociones tan intensas e inefables pueden manifestarse rompiéndose la camisa o llorando como niños sin saber por dónde nos ha entrado el rejo del dolor,.. y era el fino puñal de su voz laína penetrante e inolvidable. ¿A quién no le ha pasado con Canela que se le ha metido su eco en el sentido y se le ha quedado allí, rebotando en la cabeza como una obsesión gloriosa, durante un día entero, o dos o tres?

¡Canela  era el cante! El arte tallado en las formas del pasado y  en el  fondo abisal de los primeros románticos de mediados del siglo XIX. No lo busquen cerca, en el teatro o en la representación actuales, porque ahí no lo van a encontrar . 

¡Canela no era de este tiempo, señores!Él iba hacia el cante siempre nuevo, como el maletilla que se salta al cerrado de los toros, a pecho descubierto. Por ejemplo, para cantar por soleá  no comenzaba por Alcalá para irse templando y calentando la voz y la emoción. No; él tiraba desde el principio por los estilos de El Mellizo o de Frijones, que son mucho más altos y exigen más entrega. 

¿Anárquico? Un punto, sí. Y genial. No había atajos en su actitud ante cualquier cante. Cantaba como los viejos, como los de verdad de antaño,  desnudo con su poderío ante la pieza entera.  En su faena a los tercios, extendía la muleta de su voz desde el pitón al rabo y los llevaba toreados durante toda la trayectoria... Por eso cada tercio de su seguiriya era la soledad más doliente que podía encontrarse.  ¡Con la veteranía que tenía, y seguía haciendo lo mismo hasta  el día de marcharse! Con Canela, la seguiriya sonaba siempre a luto; la soleá, a pensamiento limpio y reflexión profunda, y los fandangos al argumento más sincero.

Canela fue un seguidor  de la escuela mairenista. Pero era tan fuerte  su personalidad cantaora que sólo  se perciben las coincidencias enciclopédicas y el conocimiento teórico si se estudian, como ha hecho Luis Soler.  Canela no es un imitador de Antonio, sino del diseño de su cante; su impronta y su emoción no son tributarias de nadie. (Curiosamente -y para el 'debe' de Mairena queda-, nunca le invitaron a su festival, y pocas veces actuó en este pueblo sevillano).


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