Con su CD "Legado", Antonio Dovao ha construído
una obra elegante e instructiva, evocando piezas de las más altas escuelas de
guitarra que tuvo el flamenco durante un siglo largo, a caballo entre el XIX y
el XX. Y, de paso, nos muestra una exhaustiva lección de toque para deleite de
nuestra memoria de aficionados. Guiándonos hacia los orígenes, esta obra es un
recorrido, seleccionado con acierto y buen gusto, por la construcción musical
de la guitarra flamenca.
La propuesta del profesor Dovao es muy original y completa,
tanto por los maestros elegidos como por la elegante selección de piezas que
conforma el disco. Se trata de una clase para aprender y para escuchar en dos
versiones: cómo sonaban las guitarras grabando en un gramófono durante las
primeras décadas del siglo pasado y cómo suenan hoy utilizando las técnicas
digitales. Hace desfilar por las cuerdas de su bajañí a los maestros Patiño,
Diego del Gastor, Javier Molina, Ramón Montoya, Sabicas, Manolo de Huelva, Niño
Ricardo, Pepe Martínez, Esteban de Sanlúcar, Mario Escudero y Manuel Cano,
plana mayor del indispensable y generoso instrumento flamenco durante un
extenso periodo.
Es un trabajo de esencias, en el que Dovao ha cuidado todos
los detalles: ha tocado con su guitarra desnuda y sin acompañamientos
adicionales; lo ha hecho con una guitarra de clavijero de madera réplica de la
de Antonio de Torres de 1880; ha procurado recrear la ambientación característica
de cada uno de los artistas invocados... No es tarea fácil, porque, además de
las complejidades de cada partitura, está el aire que imprime cada tocaor. La guitarra transpira la personalidad
física y psicológica de cada tocaor. Se toca como se es. Y en este trabajo,
Dovao ha tenido que asociar su toque a personalidades bien diversas y distintas.
En fin, ha trazado con su aportación una perspectiva histórica,
llevándonos de la mano a pasear por los tiempos pasados y actualizando el sabor
añejo. Su exposición es clara: mirad de dónde venimos, de qué caudales de
creatividad; reparad en esas maneras de ejecutar, en la evolución acumulativa
de conocimientos y de sensibilidades... Mirad qué ancho es el camino recorrido
por la guitarra habiéndose mantenido esencialmente flamenca durante más de un siglo.
En la muestra va el mensaje.
Los guitarristas modernos están empeñados en una carrera
frenética por una originalidad que no siempre consiguen y tienen a desdoro reproducir la música que los
grandes maestros hicieron. El objetivo de aparecer como creadores genuinos se
ha convertido en una febril competición, en la que se encuentra de todo, y no
todo es bueno. Es como si consideraran que copiar el Vals flamenco de Niño Miguel, la Rondeña de Manolo Sanlúcar o las alegrías La Barrosa de Paco de Lucía, por ejemplo, les restara personalidad.
No sé sus razones, que serán variadas y diversas, pero lo cierto es que hay
verdaderas joyas de maestros guitarristas que no se escuchan nunca. ¡Ay, ha
tenido que morirse Paco de Lucía para que se repare por un tiempo en su
gigantesco legado! Los medios de difusión prestan escasa atención a las obras
clásicas de la guitarra flamenca y, si acaso,
dan preferencia, somera, a las novedades discográficas.
La evolución es
necesaria en todo arte que esté vivo, y el flamenco lo está. La guitarra, como
el baile, se han emancipado de los cauces que se consideraban ortodoxos, de su
tributo a las raíces, hasta el punto de caminar por rutas experimentales a veces sin apegos a la tradición o buscando originalidades que no siempre encuentran. En este contexto, "Legado" es un homenaje a los
clásicos; es un recordatorio magistral y una invitación a los jóvenes
guitarristas para que reparen en el riquísimo caudal flamenco del que son -o
deben ser- continuadores.
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