viernes, 20 de enero de 2017

Miguel Angel Cortés, el guitarrista total







Nos contaba en una ocasión Miguel Angel Cortés a un grupo de periodistas del flamenco cómo en cierta ocasión, en la que tocaba con una orquesta sinfónica en Italia, un violinista estaba muy nervioso porque le habían perdido en el aeropuerto la maleta en la que llevaba la partitura que debía usar aquella noche.

-. Pero tú te sabrás de memoria esa partitura, de tocarla tantas veces. No debe preocuparte, - trató de tranquilizarle.

A lo que el violinista le contestó que no sabría actuar sin tenerla delante.  Bien diferente es el caso del guitarrista flamenco, que lleva la partitura en su memoria, en la cabeza. No le hace falta ver el pentagrama. Hace unos años, un estudio de neurólogos y especialistas del  cerebro llegaban a la conclusión de que los de los guitarristas flamencos tienen cualidades especiales. Son músicos tan dotados que el prodigio de su retentiva  y su creatividad no tienen parangón con los de otros músicos. No diré que todos los guitarristas estén a ese nivel, pero existe un grupo de ellos que son verdaderamente prodigiosos.

Anoche, mientras escuchaba a Miguel Angel Cortés en su concierto en el teatro de Nîmes, me acordé de todo esto. Fue tal la exhibición de sus capacidades, tan amplio su registro, la virtuosidad de su ejecución, el abanico  de sonidos que sacó de sus bajañís que salí convencido de haber visto un magnífico espectáculo de uno de los más importantes tocaores que tiene el flamenco actualmente.

En el escenario, tres guitarras, como el jinete que prepara sus caballos para habilidades y ejercicios diferentes. En el centro, una tarima  una luz concentrada en su figura. Desde ahí ejecutó medio concierto dedicado a la guitarra clásica española.  Con sutileza, una pulcra digitación y una elegancia ejemplares, fue desgranando composiciones hasta cerrar la primera parte con la marcha de Semana Santa “Estrella sublime”.

Sin duda, su colaboración con el guitarrista clásico José María Gallardo ha enriquecido musicalmente a Miguel Angel. Aquel precioso encuentro de guitarras que fue la obra de ambos “Lo Cortés no quita los Gallardo”, le ha valido al granadino para ensanchar su mundo interior y su musicalidad. Ya le ocurrió a otros, como a Rafael Riqueni por ejemplo, que también se encontró en un tiempo con Gallardo. Estas guitarras han obtenido muy buenos réditos artísticos de esas confluencias. El horizonte musical de todos ellos se ha ampliado de manera notable.

La transición hacia la segunda parte, dedicada al toque flamenco, la marcó un zapateado en el que Ana Morales puso su nota de baile iniciado desde una silla y que gustó mucho al público, después del monólogo de toque (¿quizás un poco largo?) de la primera parte.

La segunda se abrió con un off de niños recitando el poema infantil El largarto está llorando”, de Federico García Lorca. Sonidos de niños jugando, de pájaros en la Naturaleza…  un disparo que encoge el corazón, que sigue encogiendo el corazón ochenta años después del asesinato de Víznar.  Y ahí, una toná, un cante seco, a palo seco de Dani Bonilla. Para seguir con unos aires de Cádiz, con el compás y las voces de Makarines. A estas alturas, el componente flamenco del concierto ha tomado la plaza  y el teatro  va subiendo en intensidad. En algún momento, la guitarra de Miguel Angel Cortés genera un sonido que es hermano de la de Manolo Sanlúcar,  y me viene a la memoria algo que me confesaba en cierta ocasión: “a veces voy a Sanlúcar, tocayo, y busco a Manolo para escucharlo hablar, para oir la humanidad de su discurso”. Gente sensible.

Luego, una seguiriya que debería tomarse como modelo de ejecución,  con un frenesí y una técnica tales que jamás hemos oído nada igual. Si pueden escucharla verán que no exagero. No será fácil volver a oir algo parecido.
Y tangos. Evocación de los toques de Paco de Lucía. Sonidos mágicos de una guitarra que es única y es a la vez todas las guitarras, de un tocaor total: clásico, flamenco, concertista, acompañante, creador… Demiurgo.

Para rematar, unos tangos de Graná, su tierra, la querencia de los Cortés. Baila Ana Morales sobrada de gracia y  arte, emulando a los bailes del Sacromonte e insinuándose con esa procacidad de las bailaoras granaínas, mientras desde el cielo del escenario nievan papelillos de fiesta. Un remate en todo lo alto para un espectáculo bien diseñado que nos ha mostrado a un guitarrista total.

Guitarra: Miguel Angel Cortés
Coros, cante y palmas: Los Makarines y Dani Bonilla.
Percusión: Jorge Pérez El Cubano
Baile, artista invitada: Ana Morales.

Lleno en el Teatro Bernadette Lafont de Nîmes. 

No hay comentarios: