Nos contaba en
una ocasión Miguel Angel Cortés a un grupo de periodistas del flamenco cómo en
cierta ocasión, en la que tocaba con una orquesta sinfónica en Italia, un
violinista estaba muy nervioso porque le habían perdido en el aeropuerto la
maleta en la que llevaba la partitura que debía usar aquella noche.
-. Pero tú
te sabrás de memoria esa partitura, de tocarla tantas veces. No debe
preocuparte, - trató de tranquilizarle.
A lo que el
violinista le contestó que no sabría actuar sin tenerla delante. Bien diferente es el caso del guitarrista
flamenco, que lleva la partitura en su memoria, en la cabeza. No le hace falta ver
el pentagrama. Hace unos años, un estudio de neurólogos y especialistas
del cerebro llegaban a la conclusión de
que los de los guitarristas flamencos tienen cualidades especiales. Son músicos
tan dotados que el prodigio de su retentiva
y su creatividad no tienen parangón con los de otros músicos. No diré que todos
los guitarristas estén a ese nivel, pero existe un grupo de ellos que son verdaderamente
prodigiosos.
Anoche, mientras
escuchaba a Miguel Angel Cortés en su concierto en el teatro de Nîmes, me
acordé de todo esto. Fue tal la exhibición de sus capacidades, tan amplio su
registro, la virtuosidad de su ejecución, el abanico de sonidos que sacó de sus bajañís que salí convencido de haber
visto un magnífico espectáculo de uno de los más importantes tocaores que tiene
el flamenco actualmente.
En el escenario,
tres guitarras, como el jinete que prepara sus caballos para habilidades y
ejercicios diferentes. En el centro, una tarima
una luz concentrada en su figura. Desde ahí ejecutó medio concierto dedicado
a la guitarra clásica española. Con
sutileza, una pulcra digitación y una elegancia ejemplares, fue desgranando
composiciones hasta cerrar la primera parte con la marcha de Semana Santa “Estrella
sublime”.
Sin duda, su
colaboración con el guitarrista clásico José María Gallardo ha enriquecido musicalmente
a Miguel Angel. Aquel precioso encuentro de guitarras que fue la obra de ambos “Lo
Cortés no quita los Gallardo”, le ha valido al granadino para ensanchar su
mundo interior y su musicalidad. Ya le ocurrió a otros, como a Rafael Riqueni por
ejemplo, que también se encontró en un tiempo con Gallardo. Estas guitarras han
obtenido muy buenos réditos artísticos de esas confluencias. El horizonte
musical de todos ellos se ha ampliado de manera notable.
La
transición hacia la segunda parte, dedicada al toque flamenco, la marcó un
zapateado en el que Ana Morales puso su nota de baile iniciado desde una silla
y que gustó mucho al público, después del monólogo de toque (¿quizás un poco
largo?) de la primera parte.
La segunda
se abrió con un off de niños recitando el poema infantil El largarto está
llorando”, de Federico García Lorca. Sonidos de niños jugando, de pájaros en la
Naturaleza… un disparo que encoge el
corazón, que sigue encogiendo el corazón ochenta años después del asesinato de
Víznar. Y ahí, una toná, un cante seco,
a palo seco de Dani Bonilla. Para seguir con unos aires de Cádiz, con el compás
y las voces de Makarines. A estas alturas, el componente flamenco del concierto
ha tomado la plaza y el teatro va subiendo en intensidad. En algún momento,
la guitarra de Miguel Angel Cortés genera un sonido que es hermano de la de
Manolo Sanlúcar, y me viene a la memoria
algo que me confesaba en cierta ocasión: “a veces voy a Sanlúcar, tocayo, y
busco a Manolo para escucharlo hablar, para oir la humanidad de su discurso”.
Gente sensible.
Luego, una
seguiriya que debería tomarse como modelo de ejecución, con un frenesí y una técnica tales que jamás
hemos oído nada igual. Si pueden escucharla verán que no exagero. No será fácil
volver a oir algo parecido.
Y tangos. Evocación
de los toques de Paco de Lucía. Sonidos mágicos de una guitarra que es única y
es a la vez todas las guitarras, de un tocaor total: clásico, flamenco,
concertista, acompañante, creador… Demiurgo.
Para
rematar, unos tangos de Graná, su tierra, la querencia de los Cortés. Baila Ana
Morales sobrada de gracia y arte,
emulando a los bailes del Sacromonte e insinuándose con esa procacidad de las
bailaoras granaínas, mientras desde el cielo del escenario nievan papelillos de
fiesta. Un remate en todo lo alto para un espectáculo bien diseñado que nos ha
mostrado a un guitarrista total.
Guitarra:
Miguel Angel Cortés
Coros, cante
y palmas: Los Makarines y Dani Bonilla.
Percusión:
Jorge Pérez El Cubano
Baile,
artista invitada: Ana Morales.
Lleno en el
Teatro Bernadette Lafont de Nîmes.
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